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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foto: http://lasmercedesdelllano.blogspot.com 

 

ANGEL EDUARDO ACEVEDO

 

De su pueblo perdido, Culebra, en el fondo dei Guárico, Angel Eduardo Acevedo trajo la voz alta de los gritadores de ganado y dei joropo. Nunca se despojo de esos adema-nes de criatura de la tierra caída y la ciudad lo recibió así: oyéndole sus cantos silvestres, sus ásperos decires y la turbulência conque asumía los recuerdos de aquellas calles barridas por la quema y los aguaceros. Pero otro Acevedo pugnaba por mostrarse en sus ojos polvorientos: el de un poeta encantado por la belleza dei idioma y los

llamados secretos de una conciencia en busca de la pure-za. Dos personajes conviven desde entonces en este silen-cioso creador: el cantor de las cosas rudas dei llano y el orfebre de la lengua.

Durante largo tiempo Angel Eduardo Acevedo disperso 90 sus poemas en revistas sin nombre o clandestinas. La vio¬lência lo ganó para las causas más ardientes. Su escritura interrumpió así aquella orfebrería y aquella lumbre orien¬tal despojándola dei hermoso y deslumbrante ornamento para hablar como los desollados. Fue la época de "Derro¬ta", de Cadenas, y de los poemas encandelados de Cau-policán Ovalles. Esquivo a mostrar sus experiências poé¬ticas, Acevedo maduro largamente su escritura y sus vi¬vências reales e imaginarias: las de la llanura y sus incle¬mências; las de lo sublime y lo absoluto. No fue sino en 1972 cuando Monte Avila Editores dio a conocer Mon Everest, la suma poética de Angel Eduardo Acevedo, en donde esa doble vida dei poeta se imbrica, mantiene esa correspondência maravillosa entre la reflexión estética y ontológica y la evocación de aquella existência de asoleado por los desiertos. La identificación dei caballo con el padre, tan común en la tradición mítica, es el tema de este poema, extraído de Mon Everest. Pero es, asimis-mo, la identificación dei poeta con la bestia y el riesgo, con su ansiedad y la violência dei ser naciente en un espa¬do terrible y maravillante. 

L. A. C. 

 

TEXTOS EN ESPAÑOL  -  TEXTOS EM PORTUGUÊS

 

 

El CABALLO EN LA POESÍA VENEZOLANA.  Selección de la antología por Luis Alberto Crespo, Eugenio Montejo, Alberto Patiño.  Fotografí Sebastián Garrido. Caracas: Acopromo, 1981.  97 p. ilus. foto p&b  capa dura  sobrecapa. 24 x 29 cm.   Ej. bibl. Antonio Miranda

 

 

       MI PADRE APREMIA EN ESTE REMOLINO

Mi padre apremia en este remolino, en este embestir y
retroceder, antiguo callejón de los castigos, de la más
vieja bestia amante y de la primera serpiente.

Mi padre es un dios que está en la casa gobernando por
entre sus pestañas y esta a la vez ecuestre allá lejos,
donde se quiebra en el alto camino, oheando y silbando
toros.

Yo desespero a pie, mi potrón zaino, mi saeta arrebatada
por un joven demonio.

Lloro, padre que estás aguardándome, pues el diablo
anda en mi cabalgadura, el que desportilla potreros,
barajusta rodeos y rompe las compuertas de agua.

Lloro, pues hay que ser hombre y el diablo vuela en
mi caballo.

Avanzo a pie a lo largo del desastre y aún me atraen
los hermosos traseros de las amazonas. Envidio los
lomos de sus bestias cuando se encabritan.

Pero llego al final y despunta vigor nuevo en los pastos.

Es adagio y regreso. Hacia una margen adivino en un
bribón patético a nuestro relancino demonio, mustios
sus magníficos rasgos brasileños, ofreciendo algo por
escasos céntimos.

 

 

TEXTOS EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA

 

 

 

       MEU PAI APRESSA NESTE REMOINHO

Meu pai apressa neste remoinho, neste investir e
retroceder, antiga passagem dos castigos, da mais
velha besta amante e da primeira serpente.

Meu pai é um deus que está na casa governando
pelas pestanas e está ao mesmo tempo equestre

       lá longe, onde se rompe no alto o caminho, olhando
e apupando touros.

Eu me desespero a pé, meu potro falso, minha seta
arrebatada por um jovem demônio.

Choro, pai que esta aguardando-me, pois o diabo
anda em minha cavalgadura, o que desportilha
potreiros, cabriola rodeios e rompe as comportas
de água.

Choro, mas tem que ser homem e o diabo voa em
meu cavalo.

Avanço a pé ao longo do desastre e ainda me atraem
os formosos traseiros das amazonas. Invejo os lombos
de suas bestas quando encabritam.

Mas chego ao final e desponta vigor novo nos pastos.

É adágio e regresso. Na direção de uma margem
adivinho em um velhaco patético o nosso esperto
relancino demônio, melancólico seus magníficos
aspectos brasileiros, oferecendo algo por escassos
centavos.

 

 

*

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Página publicada em fevereiro de 2021.


 

 

 
 
 
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